lunes, enero 29, 2007

La paz insustancial



Es propio del ánimo del ser humano y de mi legítima soberbia arrimar el ascua a la sardina esgrimida cuando del entorno proviene un espaldarazo. La heroica medalla de la paz de Franco que pudieron contemplar en esta casa sirvió para un animado debate en el que algún lector pro paz joseluística se sintió herido ante esta horda fascista que represento. Más serenos pudimos acordar que la palabra paz significa más de una cosa, y no buenas necesariamente. Sobre si seguir o no seguir con la paz sin signos evidentes de saber lo que quiere decir el residente en la Ciudad Universitaria, es harina de otro costal.

Hay más lecturas y visiones respetables que sin insultar a nadie parecen compartir sardina. Que no se diga. Quienes (nos) repiten todo el día paz y diálogo, debieran saber que a base de repetir un fonema el pensamiento se estanca y separa el sonido del significado para quedarse con el mantra: la mente queda quieta y es muy relajante, pero hay que ser consciente de que eso se hace para relajarse y no para razonar. Así, Raúl Guerra Garrido (gracias, Pilar Pato, de Foro Liberal), entrevistado en La Razón, tiene memoria suficiente para acordarse (esto es síntoma de hacerse viejo: me pasa a mí, que puedo recordar la amnistía del 77):
A mí me dicen: es que te opones a la paz. Sí, radicalmente. Hace años celebramos los 25 años de paz, lo que no querría era morirme celebrando los 75 .
¿Alguien se sometió ayer a la experiencia del fin del periodismo que es contemplar los telediarios de la televisión? Al menos su función como altavoces de propaganda pervive, José Luis los emplea cada domingo para decirnos que él es muy bien intencionado. Queda muy bien apuntarse a medallas a toro pasado, así que diré que me arrimo a la sardina de Jesús Cacho para no decir que es él el que se arrima a la mía:
Ayer, y en Albacete, el presidente volvió a recitar su habitual letanía pacifista, reafirmando su empeño en “trabajar por el fin de la violencia (...) porque es mi deber, mi principal afán como presidente (...) Voy a seguir trabajando por el fin de la violencia, por ver la paz en España, y lo voy a hacer en paz: no voy a confrontar ni con Aznar ni con Rajoy, porque toda mi energía es para la democracia, para derrotar a la violencia y para que alcancemos la paz; es lo que merece el pueblo español, es lo que merece la democracia”.

La verdad es que escuchando a Zapatero uno no sabe si reírse de la fluidez de su sintaxis en castellano o llorar por la riqueza de las ideas que atesora en el magín. Reírse o llorar y no parar
Como uno piensa que el corte que dan los telediarios está perfectamente estudiado por el Partido, que avisan al héroe de cuando están las teles para que mande el mensajito a la población desvalida, cabe pensar que lo dice en serio y no es producto de las malas artes de la baba amarilla (los que vamos cumpliendo años, podemos recordar a Eduardo Sotillos, portaCoz de Felipe González describiendo así a algunos medios: entonces Losantos no existía; es lindo comprobar que hay cosas que no cambian).

Uséase, que es verdad, que no dice nada, que ha logrado a base de repetir las palabras mágicas vaciarlas de significado, un mantra para buscar la iluminación (que no es otra cosa que el vacío si hacen caso a los budistas): una redactora de CNN plus, antes medio afin, advirtió tras el video que el presidente no aclaró en qué consistía la paz. Una posibilidad es que él tampoco lo sepa.


P.D.: por aquello de los significados, no está mal recordar a los romanos: si vis pacem para bellum. Que hay quien dice que es propia y latinamente belicista, pero que se parece mucho a la doctrina de la disuasión por la que no nos cayó ninguna bomba atómica en cincuenta años. ¿Acertado? ¿no acertado? La paz es algo más que una rama de olivo en la boca, y que me disculpe Picasso.