Con la verdad por delante y con toda franqueza: no estoy seguro de que este artículo tenga finalidad alguna, y hasta desconozco su temática, propósito, final y hasta no sé si tiene principio. Es un impulso producto de que el misterioso tejido neuronal que dicta mi vida dice "escribe", y yo siento que quiero hacerlo. Simultáneamente no tengo apetito de llenar folios. ¿Recurro a la escritura automática, ese mecano de tu abuelo abandonado en el desván y que maravilla por lo antiguo y no por lo que hace?
No más - argentinismo, creo que peruanismo y otros muchos ismos - tengo colgadas de esas neuronas autónomas unas notas amarillas como las que se pegan en la pantalla del ordenador a modo de recordatorio y que, en el fondo, no responden más que a nuestra ilusión de querer o parecer ser ordenados, puede que hasta eficaces, y que calman también esa querencia por el aroma a papelería, una patria infantil como otra cualquiera, que respiran todos los productos de escritorio.
En amarillo: ¿no es maravillosamente tonta la bravuconería y la ignorancia de Chavez? Ese dedo en el ojo es la confirmación que esperaban - el dinero suele ser muy eficaz y miedoso, yo creo que no dudaban - de que no merece la pena y no es posible invertir un sólo duro en el país de Rómulo Gallegos (conviene identificar Venezuela con lo que tiene de bueno). Yo digo que los arruina, Hugo, no Chávez, sino el refugiado en Frankfurt y que comerá paella conmigo gane o pierda, piensa que no. Yo creo que es cuestión de tiempo: por supuesto, en este proceso, el que está pillado allí con sus dineros iniciará el habitual proceso de succión de partes pudendas que suele entrañar la existencia de un poder arbitrario si uno quiere sobrevivir. Pero debe recordarse que la succión no deseada de partes pudendas no es más que una forma de prostitución: la corrupción campará a sus anchas para comprar voluntades arbitrarias y evitar naufragios. La corrupción contaminará los cimientos de cada institución que ostente una prebenda porque sólo podrán hacer negocios corruptos y con corruptos. La otra cuestión es que el dinero local debe estar huyendo a mansalvas. Corrupción, inseguridad jurídica, fuga de capitales, ausencia de inversión en el país. Esa letanía latinoamericana que vuelve una y otra vez. El petróleo y los funcionarios no pueden con todo, como bien sabe ya Raúl Castro, el administrador de la ruina un poco más al norte.
Otra cosa amarilla: la sutileza de la monarquía católica que no se divorcia, pero que hace público su desencanto. Los tiempos son diferentes, Sofía y Juan Carlos son dos profesionales que ya no volverán: no conviven, pero qué más da, la obra de teatro continúa. El heredero se casa con una divorciada. Los dibujantes les sacan en pelotas y les condenan. Adiós al glamour, adiós al plural mayestático, adiós a la ceremonia. Si el rey no sabe callarse (no puede, después de todo is only human), lo poco de majestad, tronío, nebulosa, magia y cuento que quedaba se termina. No es un drama. Que una institución contraria al sentido común, la libertad y la igualdad se disuelva como un azucarillo - yo espero - hasta su extinción no es ningún drama sino una interesante evolución de la vida en sociedad.
Una última pegatina: qué mediocridad de clase política y de proyectos sociales. Vi retazos de Mariano en su entrevista con el llamado loco de la colina (¿sabe la gente que esto es de los Beatles? ¿sabía la gente que Crónicas Marcianas es un libro de Ray Bradbury?) y no pude dejar de pensar que es un buen hombre en el sitio incorrecto. No es un individuo mediocre, pero maneja conceptos mediocres por lo envejecidos, por la falta de osadía, esa renuencia a visitar los bordes del pensamiento y de las ideas, esa impermeabilidad a la vanguardia tan propia del conservadurismo y las clases populares españolas, todos tan temerosos de salirse del tiesto y ser tomados por extravagantes o locos. ¿Y qué me dicen de Izquierda Unida? Paladines de la democracia que hacen unas primarias cuyo resultado no es vinculante para sus apañados y amañados miembros de sus consejos ejecutivos o como quieran que los llamen. Qué miedo tan profundo en la psique española a la competencia, a la contrastación de la habilidad y el mérito sin red, cuántas excusas para evitar que los individuos se enfrenten como individuos a los demás y organizar clanes y cámaras que se reparten poderes y, lo que es peor, el patrimonio de la responsabilidad y la legitimidad. Gritan que son electos, y sólo son puestos a remojo en un refrendo de riesgo limitado - los amigos, siempre salen - que sólo puede ser alterado por algún inconveniente estadístico o por la vendetta del clan rival. Dirán que Totó Riina es un delincuente. Que lo es.
Y como no sé el final ni por qué empecé, así me retiro. Me contaron que la mujer de Haro Tecglen tenía casi que parar a su compañero porque se ponía a escribir y no terminaba y la columna acababa su espacio, ese concepto que los bits, amenazando a la física, han destruido para el texto, la imagen y el sonido.
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