viernes, octubre 26, 2007

Debatir el cambio climático en 1977 y en 2007


En 1977, José Luis Balbín hubiera puesto la película de Albert Arnold Gore, jr. en La Clave. Entre los invitados, con traducción simultánea, hubiéramos tenido a un representante de Greenpeace, al mismo Gore, a lo mejor en un rapto de originalidad a Gore Vidal, al pensamiento opuesto representado por Bjorn Lomborg, ya que estamos con ello; un representante de la oposición local a la idea de la alarma ecológica, al jefe de los estadísticos de la ONU, un socialista, uno de ucedé y otro de minoría catalana, que es como se decía antes. O un sindicalista. El debate sería larguísimo e interesantísimo con gente que apenas se interrumpe. Y al día siguiente lo comentaríamos tres o cuatro, porque tras la peli, la gente quedaba derrotada con los larguísimos rótulos del programa amenizados por la densa sintonía de Carmelo Bernaola.

En 2007, el gobierno compra el documental de Al Gore, quiere que lo vean las escuelas ¿obligatoriamente? (está por ver si en las escuelas tienen con qué verlo o si tienen tiempo; mejor: de qué asignatura se quita). El País te equipara con los creacionistas, con los perseguidores de Galileo y, asombrémonos, con la práctica leninista. Caen chuzos de punta, unos te insultan por allí y otros te insultan por allá. Al Príncipe le escriben anodinos discursos sobre la misión que nos espera a los hombres y sus industrias. Y, a lo mejor en dos años, habremos encontrado otra cantinela. El efecto 2000 tenía la ventaja de que se acababa en el 2000 y ello a pesar de que ya saben que se dice que los cálculos de los del premio nobel estaban mal datados por culpa del dichoso efecto.


(Oh, no, cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero en los medios de comunicación la proporción de gente inteligente, incluso muchas veces sin estudios, era proporcionalmente mayor que ahora. O así lo siento. Ahora es más importante ser guapo o llevar carné escrito en el corazón y que trasluzca a través de la camisa. También lo que pasa es que el refugio de los locos ya no está en los medios de comunicación, sino en lo que da en llamarse nuevos medios - ¿éste? - y sigue siendo minoritario. Como novedad añadida, todo lo que antes eran tres radios y media y una tele y cuarto, ahora es una gigantesca cháchara. Pero todo es mejor, no se crean, ni borracho vuelvo yo al 77)

(Ah, ah, los templarios son también inocentes después de unos cuantos siglos. Si es que todo es un eterno y grácil bucle)