domingo, octubre 21, 2007

Cooleando: o por qué Al Gore no merecería el Nobel (II)


Justo en el momento en que la mañana ofrece otro cataclismo para la fecha de mi jubilación, encuentro el ánimo para continuar esta serie que no sé si terminará hoy:
[Al Gore] is far from truth
El aserto viene ante el asombro de Bjorn Lomborg por el grado de prioridad que tantos países dicen tener acerca del calentamiento global cuando existen otras cosas mucho más prioritarias de resolver y que requerirían mucho menos esfuerzo. Dice the guy who used to be the next president of the United States: "Está en juego la supervivencia de nuestra civilización y la habitabilidad de la tierra". En Cool it se pone de manifiesto que eso no es lo que la ciencia está haciendo evidente, pues un incremento moderado del calor reducirá el número de muertos, pero eso se lo conté en el anterior episodio. Y, en segundo lugar, se desmonta la confusión generalizada con la misión generacional que propaga Gore y que le encanta a todos los salvadores de medio pelo como el sonriente Joze Luiz: hay otras prioridades y más inteligentes. Y sobre todo mucha confusión.

Resultaría que los glaciares derretidos o desaparecidos no son nada alarmante: la mayoría de los del hemisferio norte no existían entre nueve mil y dieciseis mil años antes de nuestro presente, cuando no calentábamos nada. Los glaciares suizos han padecido doce fases de reducción y crecimiento en los últimos dos mil años. Y resultaría que los datos demostrarían que se vienen reduciendo desde 1800. El icono del calentamiento global, el fin de las nieves del Kilimanjaro resulta que había perdido la mitad de su superficie glaciar en 1936, cuando a Hemingway le dio por inspirarse en su blanco resplandor entre whisky y whisky. A más a más, resultaría que los glaciares del Kilimanjaro son restos de un cambio climático anterior.

La tesis del no al Gore misionero se culminaría con esta conclusión: mientras dedicar el dinero a evitar que la próximas generaciones no entendieran el título de un cuento de Papa, los tanzanos tienen problemas bastante severos: falta de capital para adquirir semillas, fertilizantes o pesticidas, pestes y enfermedades animales, una educación demasiado costosa (por inalcanzable), tasas elevadísimas de infección por HIV, malaria, malos servicios sanitarios... todo para que los glaciares se vayan igual.

Pero Lomborg llama la atención sobre una ventaja importante para los pobres del derretimiento de los glaciares: los ríos tendrán más agua especialmente en verano dando más agua a los que precisamente tienen problemas de abastecimiento. Por supuesto, a nadie se le escapa que esto es pan para hoy pero hambre para mañana: la cuestión es que las reducciones de emisiones previstas no van a reducir las temperaturas como para detener la reducción de glaciares que ha sido continua desde la pequeña edad de hielo registrada a mitad del último milenio pero, gran pero, hay tiempo suficiente como para que, gracias al agua y la mejora de productividad que supone en sociedades pobres, elevar el nivel de vida y generar riqueza y construir los mecanismos de almacenamiento de agua que serán necesarios cuando el hielo no la conserve:
...te puedes inclinar y decir que debemos conservar los glaciares prístinos. Son estéticamente magníficos, y en el mejor de los mundos, donde no hubiera demandas competitivas entre sí, sería un ideal importante. Pero en un mundo con muchos otros problemas, debemos considerar que los países en desarrollo podrían estar interesados en aprovechar sus recursos naturales, como los glaciares, para hacerse más ricos en vez de proveer de satisfacción estética a los ricos
Ya ven. Alguien que lleva la contraria y plantea un pensamiento bastante más retador que el discurso del fin del mundo.

(¿gore no es un género de sangre, tripas y miedo?)