Me lo he encontrado al bajar del puente aéreo. Enorme, cuidado, muy espectacular y singularmente típico de lo que hace la gente de este país cuando El Corte Inglés le recuerda que es Navidad. Me pregunto si la Ministra de Fomento sabe esto, más que nada para saber su opinión sobre si debe permanecer o no: fíjense, material para llenar páginas de cualquier periodistilla con una llamada al jefe de prensa de la sra. Maleni. ¿Podemos los bloggers llamar a los jefes de prensa de los ministros? ¿Somos un medio?
Desgraciadamente para los católicos lo de la navidad es un entretenimiento público masivo (los que lleven su fe y su sentido religioso con coherencia me merecen absoluta admiración: centrarse en ello en vez de en los langostinos son una muestra de rigor y de valores asombrosos en los tiempos que corren). Un belén ha sido siempre algo para que los niños miren con ojos brillantes: lo de los reyes que avanzan hasta esa noche de teatro maravilloso que se conoce como epifanía pero que nadie llama así, sino que todos conocen como la llegada de los reyes magos con camellos y juguetes.
Es un ejemplo maravilloso de la incongruencia política y de la eficacia práctica del gobierno del talante: si el objetivo era la concordia y el diálogo para solucionar los problemas, estamos terminando con figuras de belén lanzadas a la cabeza. Es un prodigio.
(Pregunta cabrona: ¿José Luis le ha puesto belén alguna vez a sus ninias? ¿Les ha traído los reyes? ¿Dejaría de ser socialista por eso?)
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