domingo, diciembre 17, 2006

Cuento de Navidad


"Mariano Rajoy puso el despertador a una hora bien temprana. Eligió ropa abrigada y confortable, cargó unas botas de goma en su maletero, una pala y un termo de café. La anciana señora Herminia lo esperaba en la puerta de su casa: una esquina bien colocada del pueblo, humilde y encantadora. Con más emoción que sueño, tomó por la mano a Mariano repitiendo buenos días, buenos días, porque no sabía muy bien qué palabras emplear que pudieran mezclar las dosis simultáneas de alegría, angustia, tristeza y alivio.

La señora Herminia es casi octogenaria. Camina deprisa y no da tiempo a que la ayuden a subirse al vehículo, ya está casi sentada cuando se le puede ofrecer el brazo. Lleva unos dulces en el bolso que le ofrece a Don Mariano mientras conduce, muy preocupada por si ha desayunado. Paran al borde de un camino a pocos kilómetros. Mariano Rajoy contempla las montañas, suspira y percibe el calor inicial del sol. "Allá, donde la hierba cambia de color", le dice la señora Herminia.

El ritmo de las primeras paladas son interrumpidas por el motor cercano de un vehículo de la Guardia Civil. Se acercan pausados los agentes. Hacen el saludo reglamentario y se ponen a disposición de Don Mariano: "Pues venga, echen una mano". "¿Qué buscamos?", inquiere el de más graduación. "Que los muertos descansen en paz de una vez".

Avanza la mañana y se apiñan los curiosos. Unos se han puesto a mover tierra en otra esquina. Otros han sacado una silla de camping y han sentado a la señora Herminia, que sujeta su bolso en las rodillas y no aparta la vista de la tierra removida. De un viejo cuatro latas se baja un cura joven. Barba corta cuidada con mesura, saluda a todos, se agacha para hablarle a la señora Herminia y luego se remanga ante la pala que le prestan.

A eso de la hora de comer, los huesos están allí. La señora Herminia ya no puede contener las lágrimas. Aprieta una fotografía en la mano. Don Mariano la consuela y la abraza mientras todo se dispone para trasladar los restos.

Fin de la historia."


(Tantas veces se ha querido recordar: "Paz, Piedad, Perdón")

(José María Fidalgo a José Luis Rodríguez Zapatero: Gobernar un país tras una elección democrática, «no es ser parte de una facción»)

(Editorial de El País: En el punto en que estamos, lo importante, con ley o sin ella, es que, de ahora en adelante, las fuerzas parlamentarias no escatimen esfuerzos para que los fantasmas de nuestra historia regresen de una vez por todas a su siniestro panteón.)