miércoles, diciembre 06, 2006

En el momento en que vierto el té sobre la taza


[Escucho uno de los múltiples pianos que tengo para los desayunos de las mañanas pacientes. A Salvador Pániker le da por efectuar una advertencia en el periódico que me alivia plenamente. Por aquello de que otro confirma tus sensaciones y te hace sentir como un ser más pleno, o hasta más pedante. En todo caso, satisfecho: "a veces una misma obra de Bach, tocada al clavecín se hace monótona, tocada al piano nos arrebata. (Me ocurre con las Variaciones Goldberg)". Es absolutamente cierto].

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[La audiencia más fiel parece preferir que Berlin Smith se dedique a cierta relojería verbal. Como la vida es como es, admitiré presuntuosamente que es lo único que me sale o sé. En esta circunstancia espacio temporal, suceso que me confiere un equilibrio orteguiano/eisteiniano que pudiera ser del agrado de Albert. "All thinking men are atheists": Hemingway, A Farewell to Arms. Ni siquiera estoy de acuerdo (ya ven), pero me proporciona un toque erudito de acompañamiento a mi médico intelectual tirando de la única cita que tengo apuntada]

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[Leo que las únicas heridas que dejo en la lejanía es no acordarme del grial canadiense. Entra dentro del sector sopor/agotamiento/inanidad de mis desordenadas neuronas. El sesgo que me interesa es el que comentó Arcadi: parece como si Michael Ignatieff hubiera abandonado a Stépahne Dion. Esto me produce sensación de frío, de abandono en un parque. Pienso: ¿no nos faltan campeones intelectuales aquí, en casa? Leer a Dion, leer las leyes canadienses no libran del nacionalismo: te dan razón para combatirlo desde dónde hay que combatirlo. ¿Combatir es la palabra?]

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[Anoche me sentaba entre un grupo de reconocidos profesionales de la selección de ejecutivos. Leían un titular del periódico y en cosa de segundos su tono de voz iba cambiando del asombro, al cabreo y la risa volviendo los unos sobre las otras: es como si hubiéramos seleccionado a un recién titulado sin idiomas para dirigir al Banco Santander. Se referían a José Luis. Supongo que es todo lo que me apetece asumir de los acontecimientos]

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[Esto se iba a titular Entre Paréntesis por obvias razones. La integración de otros paréntesis por culpa de otras citas me hacen cambiar de opinión y acierto a dar con la combinación de teclas que reproduce los corchetes. Un retruécano visual. Después, reparo en el asunto de los asteriscos, que son meras estrellitas, y me place pensar que adquiere un aspecto impecable. Invitador a la lectura y sesudo. Entre Corchetes, estarán conmigo, no es un título sugestivo. La cuestión es si estar entre paréntesis es un estado mental o es una condición para ser. Al menos ahora mismo. El riñón ya va bien. El té ya se enfría]