Federico Jiménez Losantos, al menos tiempo ha, cuando hablaba de Semprún solía referirse a Carlos Semprún y aclaraba: el otro, el bueno. Carlos es reconocido como Semprún Maura y Semprún a secas es Jorge, a quien no suele faltar presentación ni consideración.
Semprún - Jorge - es un personaje que ha alcanzado una notoriedad tanto española como europea verdaderamente superior a partir de variadas, diversas, brillantes y seguramente oportunas aportaciones en forma de libro o guión de cine: desde El Largo Viaje, pasando por Z, Federico Sánchez I y II y, finalmente, La Escritura o la Vida, el calificado por su hermano Carlos como el héroe se ha convertido, haciendo bandera del antiestalinismo, la renuncia al comunismo (con esa amistad con Yves Montand), el recuerdo de los campos y el antifranquismo, en una referencia de la vida intelectual europea. Que fuera ministro de Felipe González, casi que da igual al lado del resto.
Contaba Gabriel García Márquez que nunca lograba terminar La Escritura o la Vida, pues tan fascinante y fascinado resultaba que regalaba el libro que llevaba en sus manos a cada interlocutor que encontraba asegurándole su necesidad de leerlo y acudía presto a comprarse un nuevo ejemplar. Yo soy uno de esos. No de los que recibieron de Gª Márquez su copia, sino de los que no paraba de hablar del libro, de los que no se detenía en regalarlo. Confieso que estuve locamente enamorado de una prototípica mujer del progresismo oficial, tan totalitaria ella sin saberlo pero de labios tan finos y, finalmente, tan lejanos, pues no me dejó probarlos, que detestaba profundamente a Semprún, Jorge, y que atenta a mi insistencia puso sus manos sobre La Escritura o la Vida: "estoy sobrecogida", me dijo, al leerlo con la misma garra con la que, al parecer, la leíamos todos. O todos los que la leímos.
Todos los ídolos son de barro. La premisa fundamental es que Semprún, Jorge, no podía escribir tras la experiencia de los campos a riesgo de que el recuerdo le reportara el suicidio. La premisa tenía una contrapartida: era el fenómeno opuesto a Primo Levi, que debía escribir para no morir por su propia mano. Finalmente, Primo Levi sí acabó con su vida muchos años después de Si esto es un hombre. El hechizo de la escritura imposible se hubiera roto con El Largo Viaje, escrito, según la leyenda, en los años de clandestinidad de Jorge en Madrid en los años cincuenta y casi de carrerilla. Mentira, parece ser: Semprún, Carlos, asegura que el manuscrito era muy anterior y achaca el retraso de su aparición al rechazo de algún editor. El caso es que Semprún, Jorge, ganó el premio Formentor y dejó el partido comunista e inició la denuncia del estalinismo. Y de Santiago Carrillo, por cierto.
Son más las acusaciones. Lo esencial: la causa de la supervivencia en un buen estado de salud de Jorge en los campos se debe a su labor de kapo (presos con labores de supervisión en nombre de los nazis), que en el caso de los de procedencia comunista Semprún, Carlos, atribuye a una tolerancia implícita de los nazis por el pacto con Stalin. Eso hubiera permitido a los comunistas controlar los campos (Buchenwald, en concreto) y ser quienes, de facto, podrían decidir sobre las vidas de muchas personas. El pacto es obvio que hubo de terminar con la invasión de la URSS, pero el control de los campos hubiera pervivido.
Tiempo después de La Escritura o la Vida Semprún, Jorge, publicó Viviré con su nombre, morirá con el mío. En ese libro se narra un emocionante episodio en el que Jorge se reencuentra con sus profesores del bachillerato francés a los que socorre ¿leyendo? ¿recitando? poemas, textos (ya no recuerdo) antes de morir. Este dato, de acuerdo incluso con el hijo de alguno de ellos, debe ser fruto únicamente de la invención literaria de Jorge, aunque se presenta con tono biográfico. No sería la primera vez: el chico de Semur de El Largo Viaje es un personaje emocionante del que todos los lectores de la novela han querido saber algo más, pero Jorge aclaró siempre que se trataba de un recurso literario para poder crear una estructura narrativa. El Largo Viaje nunca se presentó con los tintes de memoria que La Escritura o la Vida o Viviré con su nombre tuvieron.
Polémica apasionante y servida. Esta es la conclusión del siempre socarrón, alegre e incisivo Carlos, tan opuesto en su tono vital al mucho más sombrío, melancólico y, si se quiere, trascendental, Jorge:
Como todas las buenas estafas se basa en una realidad, no se saca de la manga una mentira, porque es cierto que fue deportado. Es lo que escribe sobre su deportación lo que resulta falso; o si se prefiere, se trata de una realidad transformada, para ocultar muchas cosas, lo esencial, y aparecer así como un héroe, un mártir y un ángel de la misericordia.
Nosotros la familia, recibimos entonces a mi hermano Jorge como un héroe, sin lugar a dudas, y yo el que más. Y esa visión heroica de resistente, de deportado, de "revolucionario profesional", persistió en mi durante años, pero a medida que iba descubriendo sus propias mentiras, junto a la gran mentira del comunismo, esa imagen de "héroe positivo" se fue derrumbando, sustituida por la indignación y el desprecio. Y hoy nada más me cuesta reconocer que contra más grande fue mi admiración, más profundo ha sido mi rechazo. Y tratándose de un hermano, aún más.
Todo lo tienen en A orillas del Sena, un español... del que si quieren pueden leerse unas notitas en Letras que dejan rastro. Qué oportunidad para Libertad Digital, coeditor, de realizar su primer documental en su proyecto televisivo, hay materia para un excelente producto.
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