Eso quiere decir que en este momento tiene dos soluciones simultáneas: la que quiere el PSC (¿seguro que quieren todos, o existe un Vellido Dolfos escondido entre las grietas?) y la que quiere Zapatero (que puede no ser lo mismo que quiera el PSOE).
Montilla, qué merendilla, quiere su juerga con Carod-agente-secreto porque así será Molt Honorable y eso es el colmo del cuento del emigrante, ahora volverá a Iznájar en coche oficial y hasta con algún crédito de ayuda al desarrollo, que la cooperació catalana es verdaderamente la leche.
Pero José Luis, el mago Merlín, al que pronto veremos como los humoristas de todo pelaje le pintan con la nariz crecida, quiere al Rey Arturo sentado a su mesa para construir el decorado del país de las maravillas: bambalinas que escondan que llegó sin saber y ya se ve por todos lados que no sabía. Incluso él se ha dado cuenta en un rapto de lucidez interior.
Se sabe por todos el cuento del escorpión, y es que es su carácter: dice con la boca pequeña lo autónomo que es Montilla, qué merendilla, lo autónomo que es el catalanísimo PSC (que no es pernil pata negra porque eso es cosa andaluza, es butifarra de Vic solidaria amb l'estat espanyol), pero ya maniobro a mi manera para hacer lo contrario y luego repetir que ha sido la firme voluntad del catalanísimo partido.
El Zapatero prodigioso ya ha alcanzado una meta: los comentaristas ilustrados de la socialdemocracia escribiente le ven los lamparones de la camisa y ya van diciendo que suele decir una cosa y luego hacer otra. No sólo El País que ya se sabe que alguna tajada pensará sacar. Hoy se suma Antonio Casado, que no le gusta hacer ruido, pero avisa: el intento de Zapatitos por respetar la indiscutible autonomía de Montilla, qué merendilla "Es razonable, si no fuera por los antecedentes".
Post-scriptum sanitario: ¿Se han fijado que Zapatero cada vez está más encorvado? Las ojeras y bolsas en los ojos son el típico síntoma de la destrucción de salud que provoca el poder. No hay presidente que no se haya deteriorado a marchas forzadas. Igual que no hay ninguno que no haya mejorado su sonrisa cuando lo ha dejado. Perdón, creo que Aznar sigue cabreado. Pero esto es peor, está provocándose una chepa (perdón, cifosis) acelerada. Si me la pide, le voy a dar la dirección de un par de osteópatas que me han hecho virguerías. Uno de ellos le dirá que lo de encorvar hombros es cosa de timidez infantil. ¿Será verdad? En todo caso, no merece que se deje la salud por nosotros, Don José Luis, haga como yo: no se meta en política. Aunque bien mirado, Felipe nos dijo que sacrificó su libertad por nosotros. Estas aspiraciones a la crucifixión resultas chocantes en un partido y señores tan laicos.
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