La fecha es 2008. Dicen en el Tribunal Supremo que darán la "máxima velocidad" al asunto de Endesa. Es de agradecer. Si la broma empezó en el 2005 y no puede terminar hasta el 2008, uno se pregunta qué clase de reglas del juego existen en la realidad para que el capitalismo sea posible. Recuérdese que estamos ante una sociedad cotizada.
Que la justicia trabaje, supuesta su indepedencia como el valor en la mili, es una condición fascinante de los estados... pero que la justicia intervenga tan lenta o que haya tanta capacidad para bloquearse un asunto de esta envergadura mueve a la sospecha de que las regulaciones no son, en el mejor de los casos, eficientes.
Súmesele la arbitrariedad de los organismos dependientes españoles (recuerden que el Tribunal de Defensa de la Competencia, por ejemplo, no es un tribunal, es un órgano administrativo) y la persistente dependencia del reparto de cuotas en sus entes decisorios y veremos la extensión de los efectos nocivos del estado vigente sobre la libertad de comercio (es decir, de la libertad) hasta extremos poco juiciosos.
De lo que nuestras mentes limitadas no suelen dar cuenta, es de la reducción de la competencia y, por tanto, el empleo y la riqueza que conlleva. Nos dirán los defensores de lo público como bálsamo de fierabrás que lo de la energía es de interés nacional y todo eso, una buena coartada para tener más poder del que se debe tener.
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