Porque quisiera uno saber el grado de certidumbre de eso de que es necesario saber gallego para apagar incencios, que mucha gente ha sido rechazada para el trabajo por esta circunstancia y qué valor tiene que mientras Galicia se quema el Gobernante está en Lanzarote disfrutando de sus, justas, vacaciones y no paseando en helicóptero para asombrarse de los daños. ¿Dejará el Rey el barco y el suquet para darse una vuelta a pisar los rescoldos?
Y leo no sé dónde que las cosas se queman cerquita de los municipios en los que vive el sufrido pagador de impuestos. ¿Será que tienen un gusto recalificador inigualable? Si es que el ladrillo es la cocaína española, que penetra por toda la estructura institucional del país para que esté perfectamente corrompida: sus capos ganan tanto como Carlos Lehder, son respetables, compran bienes por todo el mundo y la población sigue adicta al compro a 2 y vendo a 3 en seis meses como quien siembra la selva colombiana aunque le quemen la parcela de vez en cuando.
A todo esto, hay una ministra de la vivienda corriendo en zapatillas.
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