jueves, diciembre 20, 2007

Reyes Magos ¿subvencionados?


En la puerta de la FNAC han puesto un chiringuito con sus majestades soportando la persistente lluvia que nos asola esta mañana de invierno. Los actores con sus barbas y su canesú están perfectamente sentados y, entre medias, se sitúa un cartel un tanto desolado e incongruente con la falsa pompa de monarcas tan simpáticos: Madrid, la suma de todos.

Antes estaba el cartero real del cortinglés, hábil jugada para evitar preguntas incómodas de niños - papá, por qué esos reyes son distintos - y ahorrarse dos soldadas, dos. Ah, que la cabalgata la paga el ayuntamiento y un concejal se pinta la cara morena. Y la retransmite Telemadrid.

Una perfecta mente retorcida estaría dilucidando si es una promoción de valores católicos, españoles y familiares. Seguramente lo es en el alma de varios de los que sueltan los dineros, pero en la práctica pensar así es un chuminada como una casa: la mirada de los nanos bien vale una misa y la historieta se queda en recuerdo de desilusiones: mi sobrino, cuando ha sido informado de la identidad de los de oriente nos ha participado que había algo que le mosqueaba profundamente y que no tenía lógica. La propaganda suele tener el mismo efecto. Podemos vivir tranquilos.

¿Qué me dicen? ¿Hay que subvencionar a los reyes magos o hacemos una colecta en el barrio y disfrazamos a uno para que tire caramelos y se ponga barba? Este es un problema social de primer orden, queridos amigos: ¿la ilusión es una facultad que los ciudadanos deben ceder al estado?



(no se agobien, hagan como yo y pregunten al de la tienda si tiene el muñeco de Leónidas, el de 300, que me ha pedido mi sobrino. Conste que yo no le adoctrino, es que se ha enamorado de los griegos: ¿los suyos se saben de memoria todos los dioses y diosas clásicos con nombre romano y griego a la vez? Dejen que me limpie la baba)