martes, julio 17, 2007

Panorama de realidades inmutables y cambios sutiles



Creo que cada día caigo más en ese sumidero que son los nuevos lectores que destruyen la prensa tradicional. Mientras en Libertad Digital se deshuevan de Zarzalejos y sus tesis sobre el decaimiento de la prensa, yo empiezo a cumplir con lo que los resabios dicen y no paran sobre los periódicos de papelería: leo todo por internet, dedico cada día más tiempo a diarios digitales de toda índole, blogs sensacionales y sensacionalistas, revistas de hard thinking (pero qué culto soy, madre) y cosas así que me permiten escapar de, efectivamente Sr. Zarzalejos, la prensa rosa y sus efectos, pero también de la cansina sensación de pensar que adivinar el futuro es posible: uno sabe de antemano lo que va a decir cualquier periódico y sus columnistas antes de abrirlo (o de clicarlo), incluido por supuesto Libertad Digital. Para que no se me enfaden los seguidores de esa causa, advirtamos que sus enemigos informativos son tal para cual, aunque generalmente más aburridos. Digamos que eso sería lo inmutable, mientras que los cambios sutiles son las pepitas de oro que se sueltan en cada uno de esos medios: uno ya lee personas y noticias y no tanto medios. Pensaré sobre esto para Generación Red.

Esta charla introductoria propia de mi destino imparable, que es el de convertirme en abuelo Cebolleta de primera división, tiene sólo que ver con el impulso que tengo de contarles algo únicamente en la medida de que llevo unos cuántos días sin leer los grandes diarios ni siquiera en bits. Aparte de sorprenderme a mí mismo de que no siento ninguna culpa (es que yo no sabía vivir si no había desayunado con la prensa), compruebo que se puede hacer una mirada bien elevada desde la luna y menos oculta de ramas tenebrosas.

Decía un ilustre amigo argentino que "es lindo comprobar que hay cosas que no cambian". En general, se refería a las mujeres, pero puede decirse que es aplicable a casi todo. Ya saben, lo del escorpión y la rana y el carácter. La leyenda dice que el PNV es un partido de doble alma, esa que le lleva de vez en cuando a sentirse integrada en esa cosa denominada España y esa otra que le pide a gritos huir de tan espantoso engendro y aferrarse a otra leyenda que es ese otro cachivache denominado Euskal Herria. Otras veces he dicho que a mí me parece que la teoría del péndulo se interpreta mal, es una cuestión práctica que pretende posponer lo que en el presente no se puede conseguir. Que me parece muy respetable como aspiración, esa no es la cuestión. El asunto es que lo que el diario oficial bien pensante llama órdago de Imaz no es otra cosa que la reedición de lo inmutable: decidir si rompo o si pacto y, más sutilmente, el reiterado problema de ese partido (a lo mejor es más democrático, no se crean) entre la estrategia de sus cargos públicos y los cargos del partido, puestos incompatibles entre sí. Mi abuela, que era bolchevique, decía que la izquierda no debía gobernar, que tenía que estar en la oposición, presionando, como una forma de mantener la pureza ideológica. El PNV es genial, tiene lo mejor de los dos mundos. Algo así como su debate sobre España: mientras seguimos así tenemos todas las ventajas y casi ningún inconveniente por ser españoles.

Quien tampoco cambia sus esencias es Mariano Rajoy. Aparecen por todos lados sesudos análisis de la operación Costa. Y uno no puede dejar de compadecerse por el destino de este hombre: su carácter inmutable es el de muñidor en sombras, el del arreglo y el pacto y no el de conductor de masas ni el irrestible lanzador de ideas para movilizar conciencias. ¿Lo es Rato? Desde el punto de vista telegénico sí. Hay quien dice que Rato se viene a contar millones. Yo no tengo ni idea. La verdadera cuestión es que Rajoy parece buscar en silencio (lo suyo) la forma de eso que tiene tan mala prensa en el entorno losantiano que es lo de centrar el partido. Y que para mi no es distinto a dejar el lenguaje que la clase media es incapaz de entender. De la revisión de ideas, o mejor dicho su puesta al día, quizá haya que hablar otra mañanita si es que no lo he hecho ya bastante. Asignatura pendiente del PP, en todo caso.

En medio de todo ello, nuestro presidente se pone a agradecer a los mexicanos su acogida del exilio y nuestro curas a hacer libros con mártires. Atrapados en sus leyendas (que no son los hechos, aquí ha habido exiliados y fusilados por doquier, son las evocaciones de los hechos), izquierdas y derechas, librepensadores y creyentes, hombres de bien y fustes torcidos, amanuenses y filósofos, todos parecen atrapados en una carencia absoluta de fuentes de pensamiento para el día de hoy y se entretienen estupendamente en reescribir batallas que no ganaron o que terminaron por perder. Es terrible pensar que esto forma parte de las cosas inamovibles, pero lo cierto es que uno piensa que está tan reseco y alejado del mundo que un día de estos, y no muy lejano, la generación de la play-station no sabrá ni responder ni tener una postura ante lo que, simplemente, es un coñazo.

En fin, que Heráclito y Parménides resultan de una vigencia escandalosa.


P.D.: Herrera, corrige.