miércoles, octubre 12, 2005

Losantos y nosotros


¿Ha injuriado Federico al Rey? Ya me jode escribir rey con mayúscula, servidor es republicano y no entiende que a estas alturas de la civilización alguien pueda considerar la monarquía mínimamente normal. ¿Ha transgredido la ley? ¿Debe existir el delito de injurias al Rey? (Otegui fue absuelto por ello).

Servidor de ustedes no sabe nada de la realidad, es decir, si FJL ha hecho o dicho todo eso que se le imputa. Francamente, eso hoy no me interesa nada. Me interesa FJL, a quien no tengo el gusto de haber sido presentado. Mi pregunta es: ¿este afamado caballero es merecedor del seguimiento, tantas veces entusiasta y acrítico, de la prole que se autoprocalama liberal? Temo que FJL, insistente en sus soflamas en pro del liberalismo, gusta más a quienes utilizan el liberalismo como coartada para cubrir un "derechismo" a la española más bien clásico, y posturas de nacionalismo español poco tolerantes, o lo que es lo mismo, poco liberales.

Explicaré por qué. Siguiendo la técnica de Santiago Navajas en su Cine y Política, recomiendo a todos que vean o vuelvan a ver aquella película de Elia Kazan titulada A Face in the Crowd. La historia, mejor que Network en mi opinión, recoge la evolución de un pequeño personaje que a partir de una emisora de radio local alcanza una audiencia de unas proporciones gigantescas convirtiéndose en una especie de... ¿FJL? Excuso decirles que el problema final es el abandono de los ideales, el abuso del micrófono, la confusión con los intereses e ideas personales, la exaltación por la exaltación, la reiteración de argumentos creados para consumo de una audiencia extasiada que encuentra alguien que expresa sus pasiones... poco razonadas.

Los peores momentos de FJL que yo he escuchado son como eso. Lo siento, como liberal que no pretende ser ultraortodoxo con nada, ni siquiera con el liberalismo, yo no siento que las formas y la mayoría de los argumentos (no los de defensa del mercado, sino los de la forma del Estado, las formas empleadas para descalificar a los rivales ideológicos y el modo de arrinconar a sus propios invitados en antena cuando no acaban de coincidir con su pensamiento) me representen demasiado.

Pero mi impresión se agrava por mi creencia en que su rigor intelectual o la profundidad de sus ensayos y textos es, normalmente, superficial. La Dictadura Silenciosa fue, por supuesto en mi opinión, un libro que apuntaba pero que carecía de calado intelectual. En cuanto se descuidaban, él y sus coautores, caían en el libelo. Un género encomiable, pero diferente. Por no hablar del insuficientemente explicado episodio de las "transcripciones" que suenan a copia de su ensayo sobre Azaña. Los enlaces son de pago, pero si alguien tiene acceso a El País (carta al director de Santos Juliá sobre el tema, réplica de Losantos al artículo original, segundo análisis de Santos Juliá, con citas y párrafos textuales de las obras comparadas o "plagiadas"), puede leerlas. Hablamos del año 1994. Y me recuerdan a un profesor mío que aseveraba con humor que: "copiar un libro es un plagio, dos es un resumen y tres es una tesis".

En definitiva, mi sensación ha sido siempre que FJL era la encarnación del clásico español "no hay nada peor que un converso". Comunista en su juventud (errores que se superan con la edad...) y con toda legitimidad amargado y enrabietado por el tiro en la pierna de los independentistas catalanes, pareciera como si todas sus "formas" en la defensa de sus postulados (con los que, como punto de partida, puedo estar en muchas ocasiones de acuerdo) se convirtieran en una venganza de su bilis contra el resto del mundo. O la mala leche de un cojo, con perdón.

Pero con todo, si la acusación es de "injurias" al rey, es decir, "que se ha metido con él" y no de "difamación" (que me perdonen los hombres de leyes por la imprecisión y posible barbaridad jurídica que vaya a escribir ahora, voy a emplear palabras llanas), es decir, "ha atribuido una afirmación falsa" que en la práctica supone una "injuria" por el desprestigio y la desinformación que produce entre el público o, en otras palabras, si sólo se ha metido con el rey, entonces estoy con él. Es decir, con FJL. No serían aceptables la imputación de hechos y datos falsos o incorrectos de esa forma tan pública, pero eso vale para el rey como para mí mismo si me viera en ello.

No entiendo que el rey sea intocable, todo me recuerda aquello tan viejo de desacato a la autoridad que solían emplear militares y policías para empapelar al que decía lo que no les gustaba, a las condenas por meterse con la iglesia y me hace sospechar el que defensores izquierdistas de la bandera tricolor estén tan preocupados por el rey y no tengan interés en que existan límites a la libertad de expresión poco aceptables. Si todo fuera como en la hipótesis que formulo, que esa atribución de golpismo sea una figura retórica, "literaria" o exceso verbal al calificar unos hechos y no la imputación clara de una conspiración, servidor se pondría romántico y recordaría ese supuesto clásico de Voltaire: "no estoy de acuerdo con lo que dice, pero daría la vida por el derecho que tiene a decirlo."

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