lunes, mayo 26, 2008

Tentados de declarar la muerte de dios...


Dicen que dice el cura. Como es pieza de PRISA, será saludada en dosis iguales de indignación por capitanes anti-iglesia y por paladines de cruzadas: una primera página, tan perfecta para un lunes, no es cosa inocente en la gran prensa convertida en partidos políticos que venden anuncios. La COPE dará cuenta y practicará su correspondiente venganza. Si el cura lo ha dicho, a uno se le ocurre que declarar la muerte de dios es casi tan antiguo, seguramente más, que declarar la muerte de Carlos Marx y que, modestamente, entiendo que las "fatales consecuencias para el hombre" que anuncia el cura no me parecen tan fatales y aquí seguimos como apóstatas clandestinos, que no he ido a borrarme a la parroquia. Tendría que saber cuál es, la madre seguro que recuerda. Pero sean cuales sean las palabras del cura uno no puede dejar de pensar que la indignación de los dignatarios católicos y seguidores acérrimos ante los gritos fundados e infundados del enemigo laicista y hostil, de artistas del escarnio, es un sorprendente síntoma de debilidad: lo bueno de la fe, es la seguridad que te proporciona y, si tan sólida es, ¿qué miedo a los gritos y las pantomimas?.

Será la intención de abarcarlo todo. Con frecuencia decíamos en castellano cuál era la medida del desprecio basándose en las dosis de aprecio. Se habrá olvidado.

Ahora me caerán rayos y centellas.