domingo, junio 22, 2008

A la una, a las dos y a las tres


La tradición reserva para estas situaciones la fina expresión que advierte de lo inoportuno de confundir el culo con las témporas: hay citas literarias que vienen a decir que la verdadera prueba de una inteligencia superior es la que puede manejar simultáneamente una idea y la contraria. Podríamos decir que es un infantilismo como otro cualquiera pensar que el mundo puede reducirse a un relato de buenos y malos. Atento: no han sido ni uno, ni dos, ni tres. Han sido cuatro. Y el cuarto por dos veces. Para las lágrimas, yo le presto mi pañuelo.