Mientras los periodistas están presos por estar a sueldo del imperio y pretender la subversión, el director de Granma viaja por Europa: y desayuna y cena en cómodos hoteles, o en las viviendas de los diplomáticos, o se lleva unos dolarcitos guardaditos en un bolsillo - hondo - olvidado. En tertulia con café, croissant, mesas y oficinas limpias, dirá: "no hay periodistas presos por ejercer su profesión. Hay mercenarios presos, pagados por una potencia extranjera".
En contraste, nos hace una precisión innecesaria, pero que se agradece por aquéllo de no negar la realidad: "la Revolución, el Partido y Granma es una misma cosa". ¿Quién es, pues, el mercenario?
(La isla de los cerdos que caminan a dos patas ofrece piezas que corroboran todo lo dicho en los manuales de totalitarismo: "Nuestro colectivo de redacción tiene que reflejar mucho más las contradicciones de nuestra sociedad, la lucha por resolver los problemas de la nación, y demostrar que el socialismo es viable". Es interesante que después de cuarenta y nueve años de que el yate de recreo del mismo nombre que el diario naufragara - y no "desembarcara", en palabras del Che - en ese trozo de playa cuya provincia se llama ahora como el barquito y el periódico, haya que demostrar que el socialismo es viable. La mentira más grande es que ni siquiera lo intentan ya. Que siga guardando dólares en casa de algún amigo del exterior, que ya algunos están haciendo acopio para cuando acontezca el hecho biológico)
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