Tribuna de Mario Vargas Llosa en El País de hoy, que se quede en mi página para volver a viajar por él de vez en cuando, esas veces en que necesitas reencontrar la frescura de cosas que quieres, que sientes o que, simplemente, prefieres:
Yo soy un buen ejemplo de ese crucigrama de pertenencias y rechazos que, como dice Amartya Sen, constituyen la identidad de un individuo, para mí la única aceptable. Peruano, latinoamericano, español, europeo, escritor, periodista, agnóstico en materia religiosa y liberal y demócrata en política, individualista, heterosexual, adversario de dictadores y constructivistas sociales -nacionalistas, fascistas, comunistas, islamistas, indigenistas, etcétera-, defensor del aborto, del matrimonio gay, del Estado laico, de la legalización de las drogas, de la enseñanza de la religión en las escuelas, del mercado y la empresa privada, con debilidades por el anarquismo, el erotismo, el fetichismo, la buena literatura y el mal cine, de mucho sexo y tiroteo. ¿Se agota lo que soy en esa pequeña enumeración en la que, a simple vista, abundan las incoherencias y contradicciones? No. Podría llenar todavía varias páginas más mencionando todo lo que creo ser y no ser y estoy seguro de que siempre se me quedarían muchas cosas en el tintero. Cada una de ellas me solidariza con buen número de personas y me enemista con otras tantas y de toda esa amalgama de tensiones y fraternidades, que nunca se aquieta, que está siempre rehaciéndose, resulta mi identidad, la única en que me reconozco. Todo el mundo podría decir otro tanto de sí mismo, si se examina con imparcialidad.Creo que ensuciaría la poca poesía que puede aportarse a una entrada como ésta (se supone que se la cedo al mentor) acordándome ahora de que a Mario Vargas Llosa hay quien le llama facha. Dejémoslo en anécdota que humedece el aire. Recordando a Neruda, quien por cierto no sabemos qué pensaría hoy, pero que entre caracolas, madera de barco y esa vista del mar desde su dormitorio de Isla Negra (no he conocido sitio para mirarlo mejor), no cabe duda de que se inclinaría por pensamientos e ideas en las que creemos - algunos- que los hombres quedan subyugados, Vargas Llosa apunta:
...¿dónde están el hombre y la mujer singulares y concretos, de carne y hueso, en esas abstracciones en que los disuelven los teorizadores, políticos y clérigos colectivistas para quienes la credencial definitiva y determinante de un individuo es su pertenencia a un colectivo?Dimito pues, de la tentación de teorizador. Los de Bilbao, ya se sabe, nacemos donde queremos.
Notita: léanselo.
|