domingo, abril 15, 2007

El temps no conta, ni l'espai, qualsevol nit pot sortir el sol


Ah, el optimismo. Quisiera que fuera un principio filosófico, pero nada lo supera como una sensación, un cierto encuentro (o reencuentro) con la fe en el presente y la tranquilidad de eso que llamamos alma, que de ser o existir no es más que un ente melifluo que nada en contradicción, pena y duda.

Palabra de Jaume Sisa. La primera vez, luego hubo más, en que sentí que tenía que entender el catalán. O mejor dicho, que quería desenredar palabras de una musicalidad desconocida: tan raro era el país, que era como quitar los clavos de una caja abandonada en un desván que, al abrirla, pronunciaba qualsevol, una voz dulce y misteriosa. Tardes viejas en que mi madre ponía al Sisa como si fuera una nana para prepúberes. La galeta galáctica. ¿Qué extraño ser podía pensar en una María Fontaneda para la portada de un disco?

"A casa meva és casa vostra si que hi ha cases d'algú". ¿Conocen una frase más anarquista que ésta?. Tontos los okupas, que renuncian a la poesía como himno. Lector, lectora, "També pots venir si vols, t'esperem, hi ha lloc per tots". Es domingo, no sabía qué decir, pero hace sol y entra por la ventana.



(Debo admitir que eran cosas de mayores. Yo tendría que estar con Mortadelo, pero era un niño repipi y sabihondo que se sentaba al lado de los amigos de los padres. Aute, Llach, eran de gente que tenía conciencia, luchaba o soñaba con hacerlo. Pasa el tiempo y compruebo que no tiene que ver con los adolescentes de hoy, ni siquiera con luchar nada: mal si lo tomo como nostalgia, como una trampa del tiempo vivido; bien si me llena el brillo de cosas que, después de todo, permanecen ahora que son vistas con perspectiva: no era más bonito, sólo era el principio del camino).