viernes, diciembre 02, 2005

A vueltas con la idea de nación


No me resisto a incluir unos párrafos de un artículo del historiador Borja de Riquer Permanyer de un artículo publicado en El País de ayer (El uso político de la Historia):

Realmente se ha hecho poco, por parte de los propios historiadores, para avanzar hacia un nuevo concepto de ciudadanía democrática que parta de un conocimiento crítico del pasado y contemple la existencia de identidades diversas como algo normal y compatible. Aún hay demasiados guardianes de la historia oficial. Parece que cuesta asumir aquello que afirmó, ya hace más de 30 años, Juan J. Linz, nada sospechoso de rojo-separatista, de que la historia de todos los nacionalismos hispánicos (el español, el catalán, el vasco y el gallego) es la historia de unos proyectos parcialmente fracasados, de fracasos recíprocos y compartidos. ¿Por qué no aceptar la evidencia de que nunca ninguno de ellos alcanzará sus máximos objetivos y de que además estamos en una situación de identidades plurales y cambiantes?

No sé si inspirado en Juan José Linz, pero al difunto Mario Onaindía le escuché yo decir en una conferencia multitudinaria en el Centro Cultural de la Villa de Madrid al comienzo de la transición una frase que no he olvidado y que ha presidido mis ideas sobre este variopinto país desde entonces: "España es una nación fracasada de naciones fracasadas".

No está nada mal y se encuentra pleno de sugerencias para quienes lo quieran ver, especialmente para acérrimos defensores de una España que no existe en la realidad, su cierre del artículo:

No hace mucho, Manuel Castells escribía: "Lo verdaderamente esencial en el mundo de las identidades vivas es que no sean excluyentes. La exclusión del otro es el principio del fundamentalismo y, por tanto, de la violencia". ¿Quién está hoy moralmente habilitado para decidir que Cataluña no es una nación, aunque la mayoría de los catalanes así lo piensen? ¿Debe persistir esa tradición nacionalista española de dictaminar "a la contra", en negativo, cuál es la identidad de una parte de los ciudadanos? El actual contencioso identitario español no encontrará su arreglo buscando legitimaciones, superioridades y dictámenes identitarios en la historia, y menos aún abusando de ella, sino asumiendo críticamente ese pasado, percibiendo la compleja realidad del presente y pensando y proyectando futuros de convivencia respetuosa y democrática.

En definitiva, el problema no es la palabra nación, sino contra quien se quiera emplear. El artículo tiene como origen una réplica a otro artículo de Antonio Elorza no menos interesante. Si os interesa, el cruce de opiniones se puede seguir en El País, revisado.

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