Un chico negro, delgado, el pelo cardado y eléctrico. Tiene en sus manos algo que parece ser una señal de tráfico, una flecha indicadora, tan alta como sus hombros. Está parado en el semáforo. Mueve la señal como una majorette su bastón. Tiene que pesar poco: madera, poliestireno, imposible que sea acero. Estoy en el semáforo de enfrente, no llego a soltarle el change que llevo. Entro en Venice. Me siento en un café y empiezo una novela de Coupland.
lunes, julio 21, 2008
Hoy
Un chico negro, delgado, el pelo cardado y eléctrico. Tiene en sus manos algo que parece ser una señal de tráfico, una flecha indicadora, tan alta como sus hombros. Está parado en el semáforo. Mueve la señal como una majorette su bastón. Tiene que pesar poco: madera, poliestireno, imposible que sea acero. Estoy en el semáforo de enfrente, no llego a soltarle el change que llevo. Entro en Venice. Me siento en un café y empiezo una novela de Coupland.
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