sábado, febrero 24, 2007

Fair play, Espada en mano



Estoy convencido de que invocar el fair-play no es más que una argucia de Berlin Smith Chimp para que el título le quede bonito. Pero es que el Sr. Espada produce hoy un texto invertido sobre las tribulaciones de Smith Chimp con Mapuche, Albert. Quizá sólo un hálito de ello, pero pareciérame que si no es verdad está bien contado y da pie. A lo que sea.

Digamos que el Sr. Espada, Arcadio en su juventud, tiene el día amargo y hace crónica antropológica pesimista. Esto es un tropiezo para Smith Chimp, que suele contarle a Albert Mapuche Chimp que Arcadio le resulta grato, asunto en el cual no se da la contrapartida. Espada, Arcadio, sale pesimista y eso chafa el optimismo de Smith, Berlin. Curiosamente sin que el tino del periodista traidor me parezca falto de puntería, más bien lo contrario. Uno es coherente, sigue pensando que no es para rasgarse las vestiduras.

Todo a cuenta de esto y todo lo demás, que está en las tripas de El Mundo, a cuyas páginas no sé si les dejan entrar (pero yo, lo intento):
Yo creo que quienes lo han resumido mejor ha sido la gente de Dolce & Gabanna, Doménico y Stefano, a los que han obligado a retirar un anuncio de hombres y mujeres ¡«por incitar a la violencia machista»! Lo habrías oído de no estar siempre entre tus paseos herméticos por los olivos. «España se ha quedado un poco atrás».Lo dicen suavemente, para no perder cuota de mercado, pero el diagnóstico es preciso. España no ha dejado de ser un país de curatos; sólo que ahora se ha añadido a ellos este centón de ursulinas que gobiernan. Y si el Tribunal Constitucional se mete en la cama y en la vida de los profesores de Religión, a ver qué pillan, nuestras izquierdas no le van a la zaga: prohíben las mujeres, la comida y el vino, que era lo único que hacía soportable el ser español. Y no lo creerás: en España han prohibido al mismísimo butanito, por decir lo único que ha dicho siempre, es decir, pablo, pablito, pablete, fuese a don Pablo Porta o al teniente coronel. Butanito prohibido, Dragó obligado por los madrileños a ponerse orejas de burro (me habría gustado ver lo que decían los madrileños si el sucedido se hubiese dado en TV3) y un Gobierno, el catalán, of course, legislando sobre la brujería, es decir, sobre las llamadas medicinas alternativas, a las que reconoce una profunda carga de espiritualidad. España se ha quedado un poco atrás, en efecto. Este país vivió un momento muy decorativo en la Transición política. Contra todo pronóstico, fue capaz de dotarse de un sistema democrático, con poca zarzuela y poca sangre. Ese tipo de sorpresas españolas, tan parecido al de la Constitución de 1812. También entonces este país brindó al mundo la palabra liberal, quién lo diría. Pero, ahora como entonces, se plantea una pregunta. Entonces era, y salió bola negra, si España sería capaz de consolidarse como un Estado moderno. Ahora la pregunta, ya lacerante, es si España será capaz de convertirse en un Estado postnacional.

Tengo muy pocas esperanzas.
La esperanza, dícese, es lo último en perderse. La propensión del carpetovetónico a la nostalgia es singular, nostalgia de la historia que presuntamente termina mal (siempre mal), nostalgia de arcadias (qué bien me viene para parecer brillante) de países medievales, barrocos, que nunca fueron románticos sino en su fracaso: todos regodeados en una derrota que no me parece verdad. Sólo me parece verdad que la realidad es insatisfactoria por definición. Por ponerlo crudo: aún no he visitado un país sin catetos. Una soberbia muestra de orgullo: ya presumo de no ser cateto, qué les parece.

La diversión parece garantizada con este nuevo juguete si Mapuche encontrara líneas arcadianas en las que reconocerse, aunque sea en parte. Arcadi Espada Chimp ¿se esfuerza por librarse de su código genético lancero?