Pues como en todas partes cuecen habas, resulta que es público y notorio que las armas de destrucción masiva nunca existieron, que lo de las torturitas es algo que además de dolor y vergüenza produce recochineo (¿quién y por qué se divierte grabando todo eso en video?) y que lo de detener a la gente en Guantánamo, coranes al váter aparte, no es que se haga sin tener en cuenta ninguna ley respetable, es que simplemente se hace fuera de la ley.
Cuando se libró la primera guerra del Golfo algún editorial americano o británico, no recuerdo de dónde pero debo equivocarme poco si digo que era del New York Times, decía, asombrándose ante los argumentos de la guerra y la realidad política de Kuwait y Arabia Saudí, amenazada ella, "esta es la extraña libertad que defendemos". Como saben que soy proamericano y no lo escondo, me dirán si todo esto es la extraña libertad (o, mejor, justicia) que defiendo.
Desde el conservadurismo español y ¿dentro o fuera de ello? el grueso de los públicamente conocidos liberales españoles no se ha puesto nunca en tela de juicio la guerra de Iraq de modo serio ni las habilidades de Bush junior en toda esta historia: de entrada uno se asombra que no estemos ante un juicio político por mentiras e incompetencia de tomo y lomo después de que tuvimos la que tuvimos por una felación debajo de la mesa y un vestido con rastros de semen (oigan, siempre me quedé con la duda: ¿por qué no lo lavó? ¿era fetichismo eso?). Los conocedores de la mentalidad de la patria de Elvis Presley siempre nos recuerdan, o recordamos, que más grave que la succión de la becaria era haber mentido y mucho, mucho peor, haber engañado a Hillary Rodham Clinton, a la sazón su esposa y en opinión de muchos futura presidenta (Bill de primera dama, puede ser de lo más queer!).
Pero coñes, Bushito, ese señor del que se ríen tanto los españoles y no son capaces de ver el nivel técnico e intelectual de la gente que le rodea en la Casa Blanca (eso suele valer para los demócratas también, son cosas de los EE.UU. que tanto quiero), ha mentido o se ha dejado engañar de forma muy, muy gorda. Y encima ha costado más muertos que los de las Torres que tanto echo de menos en cada foto del skyline.
Lo que les decía en el titular: ¿qué hay de lo tuyo, George W.? Los Bush en EE.UU, si alguna vez llegaran a pensar en este comentarista, le calificarían como un repugnante liberal. Claro, que liberal pronunciado en las llanuras del medio oeste es sinónimo de peligroso izquierdista, dentro de lo izquierdista que puede ser un nortamericano que es, afortunadamente, poco para los estándares europeos. Cualquier encuestita de posicionamiento político en términos gringos me pondría en un especto liberal/libertarian lo que quiere decir, ni más ni menos, lo que el señor Xavier Sala i Martí suele decir, que no se metan con mi cartera ni con mi bragueta. Y eso no es ser anarco-capitalista: el señor Adam Smith advirtió muy bien que sin un estado capaz de hacer justicia y controlar la seguridad poca cosa se podría hacer.
Un amigo de la red, Citoyen, a quien desde aquí doy las gracias, me referencia en su blog sin mencionar su (mi) título, simplemente dice: "porque ser liberal no es incompatible con ser progresista". Pinchas, y salgo yo. El amigo Ricardo Royo me lo dice: cuidado con los de tu grey y ha llegado a escribir en sus respuestas a mis comentarios en su blog que servidor de ustedes es progresista. Uno detesta la estética y la propraganda de lo tenido por progre, pero desde siempre ha estado con el progreso científico y racional. Me horroriza la apropiación que efectúa la izquierda rancia (que la hay, como hay derecha rancia) y la socialdemocracia a la violeta alimentada ideológicamente por memos tan peligrosos e inteligentes como Juan Luis Cebrián y Joaquín Estefanía de la palabra progreso, esa llama.
Bush no es lo que llamaría yo un liberal como yo lo soy. Es americano, por tanto la parte económica no hay ni que discutirla. Pero el tipo pertenece al ala dura del partido republicano, una gente muy poco misericordiosa a pesar de todo lo que rezan y con un concepto de democracia que suele basarse en te impongo mi mayoría como una condena, algo que es capaz de ponerme los pelos de punta casi tanto como la derecha religiosa española y sus cardenales, que me dan menos miedo porque no tienen botones de misiles delante.
Otro amigo, Viladesau, defiende desde su blog de forma constante la necesidad de la honestidad intelectual. De ahí su independentismo coherente e inteligente. Desde las posiciones liberales debemos clamar por la honestidad intelectual. No lo pido a esas huestes de esas webs antizp y esas otras que dan vivas a Aznar que han cambiado a los guerrilleros de Cristo Rey por una página electrónica (lo que es un avance) y que han encontrado la palabra liberal como una fuente de legitimización a una idelogoía extremadamente conservadora y de profundo totalitarismo católico en el mejor de los casos. Esas que ahora braman por el fenómeno de las caricaturas y se ceban en lo mahometano como antidemocracia pero que no gritan al ver lo de Guantánamo.
Por eso hay que hacerlo. Por coherencia liberal, por coherencia pronorteamericana, no hay nada más proestadounidense, por su tradición y por sus principios, que clamar contra Guantánamo y sus presos sin ley ni jueces, contra las torturas de los soldados - nuestros soldados, los hago míos aunque no me guste(n) nada la(s) guerra(s) - y las mentiras orquestadas por un gobierno elegido democráticamente para conducir a su país a una guerra por muy victoriosa o beneficiosa que sea. Clamar por toda la exigencia de responsabilidad a W. sin que haya que lincharlo por ello, esa otra tradición del Far West. Exactamente con la misma energía que hemos dedicado, en especial frente a los comprensivos, en defensa de la libertad de expresión, la que nos permite ver sin que nadie censure ni pueda decir que se ofende las escenas de presos iraquíes torturados. Y por Liberty Valance, John Ford y Truman Capote. Good night and good luck.
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