jueves, febrero 09, 2006

Pero qué bueno el manifiesto!


Aquí se lo divulgo, una iniciativa de A Sueldo de Moscú y Si es que a esto se le puede llamar vivir:

Una película maravillosa: El hombre que mató a Liberty Valance; un personaje: Dutton Peabody; un periódico: Shinbone Star. En él, Peabody, redactor jefe y único periodista de la gacetilla, publica un artículo en contra del matón de los poderosos: Liberty Valance. Y éste, amedrentador habitual fuera de la civilización, decide actuar. Se presenta en la redacción del pequeño diario y rompe la imprenta mientras humilla a Peabody haciéndole comer su propia página. Y, el viejo periodista, humillado pero no derrotado, le habla de algo que Valance nunca entenderá: la libertad de prensa.

Somos personas tal vez aún no libres pero que trabajan por serlo y que queremos expresar nuestro firme apoyo a la libertad de expresión. Y queremos hacerlo ante la ola de barbarie que la religión musulmana, barbárica como toda religión pero aún más, ha desplegado ante el libre ejercicio del pensamiento crítico. Porque lo que los clérigos musulmanes participantes en las protestas contra las caricaturas de Mahoma y sus ignorantes feligreses representan no es, como creen los cómplices de la negación de la libertad, la respuesta ante una provocación, sino algo más viejo: la barbarie frente a la ilustración. Lo que los clérigos musulmanes pretenden no es más que acabar con la razón emancipada del mito, viejo sueño de cualquier religión, constriñendo la razón a la condición de respeto a lo absurdo. Convertirla, en fin, de nuevo en prostituta que se vende en la tecnología pero no contribuye a la emancipación humana.

Frente a ello, frente a ellos, defendemos el libre uso de la razón incluso para criticar nuestras ideas pues creemos que sólo ese uso libre y autónomo de la facultad racional (ni alma, ni Dios, ni mística) es la clave de la dignidad humana. Y es este el motivo por el cual queremos acabar nuestro escrito no sólo repitiendo sino sumándonos, frente al fanatismo y en su contra, a un lema ya invocando por el propio Kant pero que hoy, más que nunca tal vez, cobra de nuevo sentido.

Sapere Aude! (¡Atrévete a saber!)

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