viernes, junio 02, 2006

Relatos de la patria


Al final el nacionalismo es un conjunto de relatos de lo que se cree que es el ser de una nación, que vete a saber lo que es. Qué agobiante es esto del ser. Muchas veces se defiende la inexistencia de un nacionalismo español. Si bien es cierto que la capacidad del nacionalismo español para generar emociones digámosle exageradas, con tendencias totalitarias o, en término de moda, excluyentes, es muy limitada o está desactivada, no quiere decir que el nacionalismo español no exista o no tenga su relato.

Ya saben que uno aspira a no ser nacionalista español (es que yo no podría ser otra cosa, que Madrid no deja muchas alternativas), y sobre cómo no serlo tengo mis ideas bastante discutidas por estos mis lectores, tan pocos como son. Así que conviene afinar el ojo y cuando aparecen los ejemplos de algo que ya hemos convenido que es tan inofensivo, merece la pena ponerlo como ejemplo. No como "denuncia", porque ya ven, en nombre de España ya ni siquiera te pegan en la antes llamada zona nacional de Madrid (barrio de Salamanca, más bien), pero sí para saber que el nacionalismo español tiene sus relatos. Por ejemplo, éste:
Así se ha constituido España desde los romanos, que nos dieron la primera conciencia de unidad (Hispania) y el contenido de esa unidad: el latín (nuestras lenguas romances) y el cristianismo. Dejando por ahora la Edad Media, desde los Reyes Católicos el rey, o sea, el Estado, fue el aglutinante de la unidad nacional. Pero la lucha contra la «nación francesa» en 1808 llevó a los diputados de las Cortes de Cádiz a formular con plena conciencia la unidad de la nación española, identificada con la Constitución como expresión de la voluntad de convivencia de los ciudadanos.
Dejo a los ojos perspicaces que diseccionen el puzzle de por qué esto es nacionalismo español y les invito a hacer el ejercicio de comprobar si es muy diferente, cambiando tres o cuatro palabras y su orden de cualquier relato catalán o vasco. La diferencia, como digo, tiene que ver en que esto no enciende corazones de nadie.

Les espero en sus siempre valorados comentarios, por si da que hablar o no encuentran las piezas del puzzle o, simplemente, me quieren poner a parir por mi osadía de cuestionar elementos tan comunes de la historia de España. Ese relato.

Sólo una nota: la cita es de un artículo del señor Ciriaco Morrón Arroyo, de quien es la primera vez que tengo noticia, él me perdonará, en El Mundo de esta mañana.